miércoles, 7 de mayo de 2014



Día 1:

   Hace unos meses me embarqué en una travesía de un mar que muchos han iniciado su travesía, pero no muchos han conseguido llegar hasta el nuevo mundo, hay muchos otros que si, pero debido a mi corta experiencia en este mar bravío, tienen que ser pocos, los marineros que lo han logrado y no han acabado locos o seducidos por alguna sirena malvada.

   Es cierto que al principio la mar siempre estaba en calma y casi nunca había oleaje ni nada que turbase nuestra travesía, parecía que no iba a ser para tanto y que todas aquellas leyendas que escuchaba en las tabernas de que jamás me metiera a navegar ese mar, que sería mi ruina y no serviría para nada, pensé que no eran tan ciertas como pensaba. Sabía que podía haber altibajos y que me tendría que enfrentar contra terribles bestias marinas, pero no dudaba en que vencería y que jamás llegaría a ser un cadáver mas en el fondo marino, no dudaba ni de mi, ni de mi tripulación.

   Pero no es ron todo lo que sabe dulce, que decía mi mentor. Y como él me decía muchas veces "siempre es mejor una buena bronca en una taberna entre hombres, ya que luego podéis hablaros curandoos las heridas con Ron, que adentrarte en ese mar que ves delante de ti y acabar encallando en algún arrecife". Él se adentró, encalló, pero su destreza para con el timón logró que el barco no se hundiera y logró que su tripulación se quedará en una isla durante mucho tiempo, el suficiente que necesitaron para arreglar el barco.

  Pero yo no hice caso, y me adentré en ese mar, y como dije, no era tan complicado ni tan bravío como decía mi mentor, pero lo cierto es que no sabía donde me estaba metiendo....